miércoles, 11 de mayo de 2016

Para mí

Decir que tengo esto abandonado es quedarse corto...Me está costando más de lo que creía mantener activo el blog, ya que cuando no es una cosa es otra pero siempre tengo una excusa para no ponerme con ello. 
Me encanta escribir, pero ha decir verdad muchas veces no sé ni qué decir. Me siento más #EscritoraFrustrada que nunca. A eso se junta la pereza (soy muuyy vaga) y las miles de cosas que tengo que hacer a diario, así que no es de extrañar que el resultado sea este: un blog más muerto que vivo.

Sin embargo estos días tengo más tiempo (gracias a Dios ya acabaron las clases) y para desconectar un poco del estudio llevo un par de días pasándome a leer vuestros post, a ver si así me volvían las ganas de escribir a mi también. Y así ha sido. Muchas veces no escribo porque no se qué contar, pero al final de eso iba este blog, de no tener una temática definida y poder escribir lo que me apetezca en cada momento. 

En mi primer post dije que esto no sería un diario, pero hoy me está sirviendo como tal. A veces es necesario escribir sin decir nada, simplemente por desahogar. Y creo que es lo que necesitaba. Quizá esto me anime a hablaros de algún otro tema interesante y polémico que tengo en mente desde hace tiempo...pero eso será otro día. Hoy esto es más para mí que para los que estáis al otro lado de la pantalla. Es como esa sensación, cuando necesitas salir y gritar a la nada, pues algo parecido. Yo prefiero escribir a gritar. No sabría explicároslo, pero supongo que no soy la única a la que ocurre. 
Esto es un poco como el nombre del blog, "Palabras al viento"...Cuando escogí este nombre lo hice porque lo que escribo no va destinado a nadie en particular, simplemente escribo por gusto, escribo por mí. 

Después de esta reflexión, solo deciros que espero pasarme con más frecuencia y volver a escribir algo interesante, como el último post que no imaginé que fuese a gustar tanto y así ha sido, para mi grata sorpresa. Gracias!!

domingo, 21 de febrero de 2016

¿Y qué pasa con ellos?

Buenas, hoy vengo a hablaros sobre un tema que desde hace tiempo me hace reflexionar sobre las injusticias de nuestra sociedad. Me refiero a la violencia contra los hombres, la violencia ejercida por la pareja. Es algo de lo que nunca oiremos hablar en televisión y nunca leeremos ningún titular en el periódico al respecto. Es un tema tabú hoy en día y no  porque no exista, sino porque los datos sobre violencia contra los hombres (dentro del ámbito de la pareja) se ocultan. No es algo que me esté inventando yo, no. Gracias a mis estudios estoy cerca de profesionales que trabajan en este ámbito de violencia de género y, por tanto, creo que son una buena fuente de información para hablar libremente sobre esto. 

El principal problema es que es el gobierno quien oculta los datos y, sin esos datos, la sociedad nunca será consciente del problema (a no ser que lo vivan de cerca). 
Hace unos días leí un artículo sobre este tema y decía que en lo que va de año son 29 hombres los que han muerto a manos de su pareja (mujer). Es escandaloso. 
Aunque la cifra de mujeres asesinadas sea mayor, creo que la violencia de género debe dar la misma relevancia tanto si la víctima es hombre como si es mujer. Ambos se encuentran igual de indefensos ante la situación de maltrato. No por ser hombres sufren menos. 
No quiero restar importancia a las mujeres victimas de malos tratos, para nada, pero en mi opinión hay que prestar los mismos servicios a cualquier persona que sufra a manos de su pareja. Las mujeres que sufran algún tipo de maltrato pueden acudir a instituciones especializadas en maltrato contra la mujer, tienen un número de teléfono para denunciar (016), nuevas leyes que las protegen y a toda la sociedad de su parte. 

¿Por qué no ocurre lo mismo cuando la víctima es un hombre? 
Estoy segura de que, aunque 29 sean los casos de hombres asesinados por sus mujeres, hay muchos más que sufren el maltrato en el más absoluto silencio porque no tienen dónde acudir para recibir ayuda. La legislación actual (por lo menos la de España) no está de su lado; es más, siempre creerán antes a la mujer que al hombre. No hay instituciones ni ningún lugar al que puedan acudir para pedir ayuda y la sociedad es probable que no les crea o piense que no necesitan esa ayuda. 

Creo que si nos consideramos una sociedad moderna debemos actuar como tal y no juzgar a los hombres solo como agresores. La violencia machista es algo que todos conocemos, está al orden del día y poco a poco se está consiguiendo reducir (aunque por desgracia siempre habrá algún c***** que se crea superior a las mujeres). Sin embargo, el maltrato que sufren algunos hombres por parte de sus mujeres/novias es algo que casi nadie se plantea que pueda ocurrir pero que por desgracia pasa más a menudo de lo que creemos y de lo que nos quieren hacer creer. 

Igual que se hizo con el maltrato hacia las mujeres, es necesario concienciar a todo el mundo del maltrato hacia los hombres. Hay que hacer visible lo invisible. Una vez la sociedad sea consciente del problema, la presión social puede lograr que se lleven a cabo reformas legislativas y de ayudas sociales para las víctimas. La ley está para ampararnos y protegernos a todos, hombres y mujeres.
Creo que aún estamos lejos de lograr la igualdad entre mujeres y hombres porque por desgracia no se mira con los mismos prismáticos, no se ve solo a una persona, se ve un sexo (débil o fuerte). Hasta que no consigamos ver simplemente personas no lograremos la igualdad (en todos los ámbitos).


viernes, 22 de enero de 2016

Cadena de trastadas infantiles

Aunque hace mucho que no vengo por aquí, estos días apenas tengo nada que hacer (acabé exámenes y no empiezo las clases hasta la semana que viene) así que me he puesto a leer las últimas entradas de los blogs que  sigo y me he topado con una que me ha hecho mucha gracia. Se titula Cadena de trastadas infantiles, del blog Soñar es gratis (http://diariolavida.blogspot.com.es/). El título creo que lo dice todo, así que aquí os cuento algunas de mis mayores trastadas de pequeña.

En fin, siendo la del medio tenía que llamar la atención para que me hicieran caso, así que mi lista de trastadas es interminable (aunque según mi madre desde que nací era así de bicho). 
Yo era de esas pobres niñas a las que llevaban atadas con correa porque sino me escapaba corriendo y claro, mi madre con el carricoche de mi hermana recién nacida y mi hermano al otro lado, pues poco podía hacer aparte de llevarme bien atada. Aun así era capaz de liarla; me tiraba al suelo cuando me enfada y prácticamente me tenían que llevar a rastras con la correa (suena muy cruel, pero no estoy traumatizada así que no sería para tanto). Por si eso no fuera suficiente espectáculo, me ponía a chillar como una loca, gritaba y lloraba hasta quedar sin voz. Imaginaos el numerito, en el centro de la ciudad una mujer con un bebé, un niño de unos 7 años con cara de no haber roto un plato y yo, la niña del exorcista.

No recuerdo haberles hecho grandes trastadas a mis hermanos, les mangoneaba un poco y me gustaba ser el centro de atención, pero no me portaba demasiado mal con ellos. En el colegio era bastante buena, solo se quejaban de que no callaba, pero en infantil tenía una amiga todavía peor que yo y claro, de vez en cuando nos llevamos alguna bronca. La que mejor recuerdo es cuando mi amiga decidió que sería gracioso quitarle la toca (lo que cubre la cabeza de las religiosas) a nuestra profe, que era una monja suuuper buena y cariñosa. Nos compinchamos para hacerlo, pero era ella quién se la iba a quitar, yo no me atrevía. No recuerdo como fue el plan pero sí el momento en que se la quitó por la espalda y la pobre mujer se llevó las manos a la cabeza mientras todos nos echábamos a reír. No se por qué pero acabé igual que mi amiga, mirando para una esquina de la clase durante horas mientras los demás jugaban (teníamos 5 años, todo hay que decirlo jajaja).

Entre las trastadas, sus respectivas reprimendas y los golpes que me llevé de pequeña (era un imán para las esquinas, los picos de mesas, puertas, etc y además debía creer que tenía alas, porque uno de mis hobbies era tirarme desde sitios altos, como de la cuna de mi hermana) no me extraña que haya acabado así, tan tranquila, con mil cicatrices y vértigo.